Tres citas con Carter by Beth O’Leary

autor:Beth O’Leary [O’Leary, Beth]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico, Humor
editor: ePubLibre
publicado: 2022-04-12T00:00:00+00:00

Jane

Jane tiene el pulgar suspendido sobre el nombre de Joseph Carter.

Han hablado un par de veces desde la boda, pero hace un mes y medio que no se ven. Solo se envían mensajes de texto inofensivos, de esos que ella tanto odia; un diálogo sin sustancia. «¿Cómo estás?», «Bien, gracias, ¿y tú?».

Puede que dijeran que seguirían siendo amigos, pero ¿de verdad eso es una amistad, ese rollo de «¿Cómo estás?»? Si lo es, a Jane no le interesa. Ella necesita tenerlo todo: su olor, sus brazos rodeándola mientras bailan… Ya ha decidido dejar de resistirse a esos sentimientos. El doloroso baile nupcial de septiembre había demostrado lo inútil que era intentar no amar a Joseph Carter. Curiosamente, aceptar esa agonía había sido un alivio para ella. «Ser humano es complicado, Jane —le dijo Aggie un día—. Por muchas reglas que te pongas, no puedes evitarlo. A veces no queda más remedio que permitirte sentir algo, aunque sea desagradable».

De forma lenta y deliberada, Jane acaricia el nombre de Joseph. El borrador del mensaje que ha redactado continúa a la espera:

¿Sigue en pie la cena de esta noche?

Habían hecho aquel plan mucho antes de la boda; estaban hablando de cocina después de leer To Lahore, With Love[2] y Jane mencionó su pollo al curry especial, el que hace cuando le apetece comida casera. Él cazó la oportunidad al vuelo. «Tienes que preparármelo, me autoinvito a cenar. Venga, dame tu teléfono», le dijo. Ella se rio de su entusiasmo y le aseguró que no era tan especial; él eligió una fecha a meses vista y respondió que así tendría mucho tiempo para practicar, y Jane se relajó: noviembre quedaba muy lejos. Invitar a cenar a Joseph rompería todas las reglas que ella había creado para mantenerlo alejado, pero aún le quedaba mucho tiempo para buscar una excusa y escabullirse.

Tal vez él sabía que ella solo aceptaría si elegía una fecha lejana. Lo suficiente como para sentirse segura. Jane ha cambiado mucho desde que apuntó «curry casero con Joseph» en su agenda; ahora la idea de que esa cena no se celebre le resulta mucho más terrible que la de cocinar para él.

Inhalando bruscamente, Jane mueve el pulgar por la pantalla y pulsa «Enviar».

Está tan absorta mirando el teléfono que, cuando la campanilla tintinea sobre la puerta de la tienda solidaria, tarda al menos cinco segundos en levantar la vista y darse cuenta de que Lou, su excompañera de trabajo, está allí, ladeando incómoda los pies.

—Hola. No sabía cómo ponerme en contacto contigo si no era viniendo aquí y… tenemos que hablar —dice Lou, justificándose.

—Ah —replica Jane, mirando hacia la parte de atrás de la tienda, donde Mortimer está ordenando un montón de libros de bolsillo ajados—. ¿Dices que has venido desde Londres solo para verme?

Lou asiente, apretando los labios.

—¿Prefieres ir a un sitio más privado?

—Estoy bien aquí —dice Jane, de repente un poco asustada. La presencia de Mortimer le resulta bastante tranquilizadora y, de todos modos, está demasiado lejos para oírlas.

Lou frunce los labios, mirando a su alrededor.

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